Ante la pandemia que actualmente sufrimos por el coronavirus SARS-CoV-2, no existe un medicamento, bien establecido, que haya comprobado su efectividad para disminuir complicaciones o la mortalidad por COVID-19. Sin embargo, los medicamentos antimaláricos cloroquina e hidroxicloroquina se han estado administrando para pacientes ambulatorios con enfermedad leve a moderada y que tengan factores de riesgo (diabetes, enfermedades cardiovasculares, personas de la tercera edad, etc.) o en personas que requieran hospitalización o ingreso a cuidados intensivos. Hasta el momento, su uso se considera como off-label (no aprobados), con protocolos de estudio en vías de publicarse.
La cloroquina y la hidroxicloroquina se emplean con mayor frecuencia en enfermedades reumatológicas como la artritis reumatoide o el lupus eritematoso. Se llaman antimaláricos por que originalmente se utilizaron para tratar la malaria o paludismo, enfermedad causada por el mosquito anofeles.
Mucho se ha descrito sobre estos medicamentos y su toxicidad para la retina, específicamente para el epitelio pigmentario de la retina y la neuroretina, provocando síntomas como mala visión, percibir una mancha a un lado del centro (escotoma paracentral) y problemas para identificar los colores. El daño es progresivo y muchas veces inevitable por lo que la clave es la prevención del daño y su identificación antes de que esté en una fase sintomática con estudios como campimetría 10-2, tomografía de coherencia óptica, electroretinograma multifocal, autofluorescencia y microperimetría, entre otros.
La toxicidad en la retina de estos medicamentos depende de la dosis y del tiempo que duran tomándose. De acuerdo a los lineamientos de tamizaje de retinopatía por cloroquina e hidroxicloroquina de la academia americana de oftalmología publicados en 2016, un paciente debe de examinarse por el oftalmólogo a los 5 años de haber iniciado el tratamiento, y las dosis seguras del medicamento de hidroxicloroquina es menor a 5 mg por kilogramo de peso real por día, (400 mg diarios aproximadamente) con una dosis acumulada de 1000 gr, es decir usando esta dosis por 5 a 7 años. Los protocolos de tratamiento con hidroxicloroquina para COVID-19 no se administran por más de 5 días, en algunos casos con una dosis alta inicial de 800 mg por un día y 400 mg diarios por los siguientes 4, para evitar, de esta manera la acumulación de la concentraciones plasmáticas o en tejidos de la hidroxicloroquina y de esta manera su toxicidad. Existen estudios donde se ha administrado la hidroxicloroquina en dosis de 1000 a 1200 mg por día para tratamiento de algunas enfermedades reumatológicas o en cáncer, estas dosis las mantienen por solo 4 a 6 semanas sin encontrar daño en la retina posteriormente. Por tal motivo, podría decirse que los pacientes con COVID-19 que se están tratando con estos medicamentos no van a desarrollar toxicidad en retina de manera secundaria. Es de tomar en cuenta que, algunos pacientes graves que han requerido hospitalización han desarrollado insuficiencia renal, lo cual disminuye la eliminación de los medicamentos y por lo tanto una mayor acumulación en los tejidos, por lo que habría que vigilar a estos pacientes en particular.
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